15/11/2012
Revisado el 07 de diciembre de 2016
No sé explicarlo bien, porque no soy científico, pero aunque queda mucho
por hacer, recientemente se ha informado de que tras el tratamiento del
melanoma con medicamentos que estimulan el sistema inmunitario, se han obtenido
interesantes resultados.
En principio, sería un paso más en
el desarrollo de la idea que se venía considerando desde hace años: Obtener una
especie de vacuna que resolviera en concreto este tipo de cáncer de piel, pues
otros tratamientos no eran válidos.
Por otra parte, es sabido que tras
el diagnóstico de una enfermedad grave y/o terminal, el paciente pasa por
diferentes fases: Negación y aislamiento, rabia, negociación, depresión y
aceptación.
Todas ellas pueden desarrollarse en
tal orden o solapándose y según el caso, pueden durar meses, años o segundos.
Asimismo, los familiares también pueden verse inmersos en ellas.
Sin embargo, existe una fase fundamental
y previa al diagnóstico: La observación por parte del propio paciente,
de los síntomas que indican que algo ha cambiado o que ha dejado de funcionar bien.
En este punto, el cuerpo físico es
el último testigo que nos alerta ante lo que nos hace sentirnos peor o nos
limita.
La peor excusa que nos encontramos ante tales síntomas es el miedo. Miedo que puede llegar a ser paralizante y que se rodea de toda una serie de discípulos: “A mi
qué me va a pasar algo así”, “Puede que no sea nada”, “No tengo tiempo para ir
al médico”, “etc. etc. etc.”
El melanoma maligno es una rama del
cáncer de piel cuya ventaja es que puede ser visto.
Digo ventaja, porque en otras
enfermedades es posible que aparte de no hacer caso a los síntomas, éstos
pueden venir embozados e incluso a veces mostrarse tarde. Sin embargo, si se observa que una mancha, lunar o peca varía de
tamaño, color, forma y bordes, es fundamental acudir a un dermatólogo tanto
para eliminar preocupaciones innecesarias, como para poner remedio, pues el
melanoma maligno es uno de los cánceres que puede desarrollarse con más rapidez
y uno de los más letales.
Algo que no comprendo: Hace años los médicos tenían muy
claro que tanto la quimioterapia como la radioterapia no podían combatir el
avance de esta enfermedad y por ello y con arreglo a un protocolo establecido
se extirpaba mayor o menor cantidad de tejido alrededor de la biopsia inicial.
Sin embargo, últimamente tengo noticias de que el tamaño de tejido extirpado se
reduce y se aplica al menos radioterapia (Ver nota-corrección*).
Por todo ello, reconozco que he
sido y soy un ser privilegiado, pues hoy “recumplo” 16 años:
Había escuchado que si un lunar cambiaba de forma, tamaño, color o manifestaba cualquier extrañeza, se acudiese al dermatólogo. Sin embargo, observé que me supuraba una peca que había viajado conmigo durante 34 años y me dije “Soy joven aún. A mí que me va a pasar algo así”. Observé como se oscurecía y más de lo mismo. El miedo paralizante como excusa estaba haciendo su trabajo.
Había escuchado que si un lunar cambiaba de forma, tamaño, color o manifestaba cualquier extrañeza, se acudiese al dermatólogo. Sin embargo, observé que me supuraba una peca que había viajado conmigo durante 34 años y me dije “Soy joven aún. A mí que me va a pasar algo así”. Observé como se oscurecía y más de lo mismo. El miedo paralizante como excusa estaba haciendo su trabajo.
Días después, en un programa de
televisión hablaban del melanoma. Me fijé en las fotos que ilustraban el reportaje: Mi mayor acto de valentía en esta vida
puede que haya sido reconocer que “lo que tenía era igual a eso”. Sin
embargo, a mi familia le digo que voy a pedir hora para el médico porque lo que
tengo “se parece a eso”. Curioso cambio de palabras…
Médico de cabecera: Volante para el
dermatólogo. Tomarán una muestra para analizar…
Estoy en la playa, sin querer me
doy un golpecito en la peca con la mano. Empieza a sangrar. No lo comprendo: es
una herida que no tiene boca. Por la noche tiene un aspecto feísimo. Como el
nudo de un árbol viejísimo, como si se alimentase de ella misma.
¿Desde cuándo tiene usted esto? –Me
pregunta el dermatólogo-. Desde pequeña. Y siempre recuerdo su comentario:
“Desde niña”…
No me doy cuenta en ese momento,
más tarde ataré cabos: El dermatólogo fija fecha para realizar la biopsia y
muestra prisa por hacerla, a pesar de la observación de la enfermera de que
tal día está todo completo.
Llamada para recoger los
resultados. En la sala de espera me sobrecoge un frío atroz. Ya en consulta, el
dermatólogo lee los resultados y en resumen me dice que si hubiese ido un año
después, no habrían podido hacer nada, porque con el melanoma no funcionan ni
radioterapia ni quimioterapia”. Sé que es a mí y de mí de quien habla. Por lo
que sé, tras escuchar aquel reportaje sé que es necesario extirparlo…
Y en un segundo, me convertí en un caso grave.
Desde entonces, sé que el cuerpo es
muy sabio:
Entro en una especie de conmoción
que me paraliza, aunque continúe haciendo las cosas con normalidad,
aparentemente. Dolor intenso de cabeza, congestión… A la mañana siguiente, me sangra la nariz
mientras estoy desayunando (Como yo no respondo emocionalmente a lo sucedido,
responde él por mí).
Privilegiada además, porque aunque
se me extirpase un apreciable trozo de carne y una lámina de piel para cubrir
tal zona, no tuvieron que meterme en el cuerpo ni radio ni quimio y porque el
cirujano extirpó además otra mancha que le pareció sospechosa y que resultó ser
potencialmente maligna (Con lo que me ahorró otro paso urgente por quirófano).
De todo el proceso, que no se reduce a lo anterior, - pues siempre es mucho más complejo se
mire por donde se mire-, siempre me
llamó la atención el hecho de que algo que siempre estuvo conmigo, -desde
niña-, a los 34 años mutase y quisiera terminar conmigo... Bueno, más que llamarme la atención, se me
clavó en el alma.
Nunca tuve una quemadura de sol en
tal zona…
No me fue difícil observar que… ¿El problema lo tenía dentro?
Me “he deslizado” con vértigo y dolor por todas las fases que he mencionado
en el tercer párrafo de este artículo y siempre digo que mi quimioterapia fue
otra que vino después del diagnóstico y de la operación.
He invertido constancia y trabajo en mi interés por saber qué podía estar
sucediendo y cambiarlo, por lo que no me resultaron ni me resultan extrañas las
teorías que he venido leyendo-escuchando-descubriendo desde entonces
(Holística, terapias naturales o alternativas … Hammer, estrés…). Y he puesto
en práctica todo aquello que me podía y puede ayudar a mejorar y ayudar a
otros.
Siempre hay un antes y un después
tras la experiencia del cáncer. En mi caso, tanto ella como todo lo que sobrevino posteriormente, cambió mi
vida poco a poco para mejor, a pesar de todo lo que esta enfermedad
desencadena. Me situó en el punto clave
sobre lo que es la vida y lo que es la muerte y cómo valorarlas.
Nunca me he preguntado “por qué a mí”. ¿Y por qué no? Pelirroja, piel blanca, familiares pelirrojos… De tener un cáncer, tenía todas las papeletas para que fuera éste.
Nunca me he preguntado “por qué a mí”. ¿Y por qué no? Pelirroja, piel blanca, familiares pelirrojos… De tener un cáncer, tenía todas las papeletas para que fuera éste.
Del mismo modo, creo que alguna de las fases ya mencionadas comenzó antes
del diagnóstico, precisamente porque “al poder verlo”, el proceso comenzó a
desencadenarse con anterioridad.
El cuerpo es sabio. Merece la pena escucharlo, y más aún escucharnos antes a nosotros mismos y
poner remedio a todas las emociones diarias que nos descomponen. Esto, al menos
es preventivo y ayuda a evitar deteriorar nuestro organismo.
Mi más sincero agradecimiento al Dr. Herranz Pinto, Dr. Pizarro, Dra. Feito
(Dermatólogos), al Dr. García Torres (Cirujano plástico) y a todo su equipo,
así como al equipo de enfermeros/as y ATS del Hospital de La Paz de Madrid que
me asistieron. A los integrantes de la Asociación Española contra el Cáncer, en
particular, a Maribel Carreras Barba (Psicóloga). A mis doctoras, Dra. Rincón
Maderuelo (Médico de familia) y Dra. Carmen Tosio (Psiquiatra). Y por supuesto,
a mis padres y familiares. A Conchita García y todos los terapeutas y personas
que han intervenido en mi posterior formación y desarrollo en técnicas
naturales. Muchísimas gracias a todos.
Concepción Sanz
(Artículo publicado en la página
web y en el Blog de TerazulArte®, el 15 de noviembre de 2012).
*NOTA-CORRECCIÓN (Noviembre 2015)- Tras una revisión pregunto al respecto del protocolo descrito en el párrafo en cuestión. Los dermatólogos me informan de que la radioterapia sólo se utiliza en zonas donde los músculos son pequeños -como la cara por ejemplo-, a modo de prevención.
Artículos relacionados:
- "Ya no hay excusa para dejarse ver los lunares"
- Extracto del debate "Vencer al cáncer. Seguir caminando", abierto en el Grupo "Capacity.es" en LinkedIn, por José Carlos Mena Sánchez.
- "La travesía de cómo tomarse las cosas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes exponer tu comentario, aquí.